Aki Kaurismaki. Minimal, frio, particular.
Aki
Kaurismäki nació el 4 de abril de 1957
en Orimattila, Finlandia. Desde muy joven mostró gran interés por el mundo del
séptimo arte, convirtiéndose en la década de los años setenta en un gran
cinéfilo. Según sus propias palabras "...lo anotaba todo en mi agenda y
veía una media de seis películas diarias". Su pasión por el mundo
cinematográfico fue tal que tras ver la película La edad de oro de Buñuel
decidió convertirse en director de cine.
Inició
su carrera como ayudante de guionista y actor en filmes de su hermano mayor,
Mika Kaurismäki, (formado en la Escuela Universitaria de Cine de Múnich), con
una película de carácter documental titulada El síndrome del lago Saimaa
(Saimaa-ilmiö). Tras este documental, en 1983 llevó a la gran pantalla la
afamada novela de Dostoievski Crimen y castigo (Rikos ja rangaistus).
En los
últimos 25 años, Kaurismaki ha dirigido 16 películas de ficción, dos
documentales y varios cortos o segmentos de filmes colaborativos. Y aunque 16
películas pueda parecer bastante (y en realidad lo es), muchas de estas
películas con costos exceden una hora de duración (Kaurismaki ha mencionado que
ninguna película debería durar más de hora y media).
Aun así
hay una variedad notable entre ellas. Algunas son en blanco y negro (Take Care
of Your Scarf, Tatiana), otras son a color, algunas son comedias absurdistas
(Leningrad Cowboys Go America: la peor película de toda la historia según su
propio director), otras son tragicomedias, etc.
De su
obra es importante destacar la teoría del proletariado; la cual está conformada
por Shadows in Paradise, Ariel y The Match Factory Girl.
La
primera de estas películas, Shadows in Paradise(1986), relata la historia de un
recogedor de basura que se enamora de una cajera de supermercado. Después de
una breve estancia en prisión, la cajera (ahora trabajando en una tienda de
ropa), decide dejarlo en busca de alguien mejor.
En
Ariel (1989), el personaje principal es un hombre cuyo padre se suicida cuando
la mina en que trabajaba es clausurada. El hombre decide dejar su hogar en la
Finlandia rural y viajar hasta la ciudad. Ahí es atacado por unos ladrones que
le quitan todos sus ahorros. Mientras busca un trabajo para mantenerse, conoce
a una oficial de tráfico que se convertirá en el amor de su vida.
The
Match Factory Girl (1991) nos cuenta las desventuras de una mujer que trabaja en
una fábrica de fósforos y tiene que lidiar con el silencioso desprecio de sus
padres mientras trata de conseguir pareja. Una noche, nuestra protagonista
tiene suerte y logra acostarse con un acaudalado muchacho. Pero las
consecuencias de esta aparente “feliz noche” solo traerán más miseria para la chica.
Si bien estas sinopsis pueden sonar tele
novelescas, el cine de Aki Kaurismaki no podría estar más alejado de una
telenovela o un melodrama. Para
empezar, Kaurismaki elimina cualquier rastro de tensión dramática en sus
películas. Todo es frialdad, todo es inexpresión. Los cortejos entre las
diversas parejas son rápidos y silenciosos. Las relaciones interpersonales en
general son igual de calladas e introvertidas. Los personajes son personas de
pocas palabras que se dan a entender con simples gestos, siendo esto no solo
referencia al primer cine, el cine mudo (el cual se da el lujo de realizar con
su película Juha), si no también construcción
de un estilo de puesta en escena propio. El mérito de Kaurismaki es que, a
pesar de su frialdad y aparente indiferencia, los personajes logran crear
empatía. Uno siente algo por estos personajes. Y esa es la clave en las
películas de Kaurismaki. Los personajes pueden ser inexpresivos pero el mundo
que los rodea es un mundo completamente hostil a ellos.
Estos
elementos que componen su puesta en escena siguen una lógica de cine clásico.
Tomando nuevamente el concepto de primer cine, podemos identificar que no es
deliberado al azar la composición teatral de sus planos (frontalidad y
horizontalidad, un punto de vista casi de frente al espectador).Es un director que destaca por ser un purista de
la imagen no convencional, que opta por dar prioridad al espectador frente al cineasta.
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